Alimento para moscas

Alimento para moscas es el cuaderno de notas de un entomólogo dedicado al estudio de los nematóceros, el más común de entre los mosquitos.
El científico registra sus observaciones acerca del mundo animal, al tiempo que disecciona el carácter y el comportamiento de las personas de la comunidad en la que realiza sus investigaciones. Mientras este extravagante y metódico científico trabaja, una misteriosa epidemia diezma los animales del valle. Los habitantes que pueblan esta novela se van convirtiendo, en la mirada del narrador, en un fiel reflejo de la vida de los nematóceros que investiga. Una fábula sobre la vida en una pequeña comunidad que habla, al final, de nuestra relación con los otros. Y a pesar de ellos.

Mosquitos y hombres bajo la lupa



Mosquitos y hombres bajo la lupa
Santiago Aizarna
(04/05/2012)


(Extraño investigador. Jon Obeso ofrece algo más de lo que generalmente suele


 haber en una novela estándar en estos tiempos tan estandarizados)



Aun cuando no se trata de otra cosa que de un mero arrequive ornamental que nada especial signifique en el plano creativo, lo cierto es que una narración situada entre las citas de Gombrowicz y de Bernhard y que finaliza con otra de Sartre, nos está llamando a un tiempo de atención y espera; a considerar, desde el comienzo, de que puede haber algo más de lo que generalmente suele haber en una novela estándar en estos tiempos tan estandarizados y con predominio de hechos históricos, muchas veces tan vilmente novelizados. Quiérese decir, con esto, que, en el previo trabajo de elegir una cita de cierto calibre, hay, generalmente una autoexigencia de cumplimiento de objetivos señalados, y aún mucho más cuando la primera de ellas, la de Gombrowicz, nos invita a adentrarnos en el problema, tan filosófico como biológico, del “otro hombre”; con Bernhard, en la necesaria maravilla tan sabida de los tres puntos de apoyo no en línea recta que todos necesitamos para asentarnos, y, en cuanto a Sartre, y ya que de mosquitos (aunque no tanto de moscas iremos leyendo curiosos pasajes a lo largo de las páginas de esta novela), qué menos que solicitar una pequeña memoria de su obra Las moscas, y de su visión de Argos, con “moscas más acogedoras que las personas”. Y, claro está, por supuesto, que escribiendo lo que en estas líneas anteriores queda escrito, no se hace otra cosa que perder el tiempo al tener obra tan sondeable donde penetrar.
Estamos pues ante una obra, diría yo que muy distinta a las comunes, de Jon Obeso (san Sebastián, 1970), licenciado en filosofía y diplomado en psicología por la UPV, con amplia obra literaria en su haber tanto en el género poético como narrativo, y que, por ésta, ha sido galardonado con el XVII Premio Lengua de Trapo. Una obra que, al menos para los que desconocíamos su anterior trayectoria, resulta sorprendentemente agradable en varios aspectos (aunque para muchos, seguramente, muy desagradable por el escenario escogido). En muy breves capítulos, numerados del 1 al 37, nos va dando el autor una serie de impresiones acerca de algunos “habitante de los concejos que se extienden entre los valles de Allín, Guesálaz y Yerri”, pertenecientes a la Merindad de Estella. En algún lugar de alguno de esos lugares, se sitúa un extraño investigador que, en primera persona, nos va dando noticia del trabajo que se ha propuesto desarrollar: “registro, a diario, generalmente a partir de distintas franjas horarias nocturnas del amplio espectro sonoro del más común de los insectos dípteros del suborden de los nematóceros; los apenas perceptibles matices del zumbido producido por el aleteo vertiginoso de un par de membranas”, pero sonidos éstos concatenados con esos otros ruidos, rumores, etc., de los pobladores humanos que por el ámbito vuelan o permanecen y que el investigador, colocado como se pudiera imaginar en el mejor reducto, que es el del tan próximo a lo autocadavérico –con propia carne suya como alimento de moscas–, recoge. En capítulos dedicados a los variados temas que por sus páginas desfilan pueden desarrollarse personajes y sucesos como el del Enterrador, el del Orgón o energía vital de Wilhem Reich, la mujer del Alguacil y la cantera, la higuera y los dípteros, hombres de un mundo pautado afiebrados en el seno del Club Recreativo, y así a lo largo de los 37 capítulos antedichos por los que el lector va recorriendo tramos sinuosos y tan curiosos; una ruta de sorpresivas situaciones que dan la alta medida de un autor que presenta un panorama novelístico original, sorprendente y de registros tan singulares que esa vida pueblerina que aquí se nos muestra, ofrece tantos fulgores opacos que hacen que este oxímoron esté presente en el ámbito todo y no sólo en las páginas que leemos. Una novela, por cierto, tan rica en insospechadas y tan gratas cadencias que hasta exigiría un estudio en profundidad a la par que un lugar especial en la lista de buenas obras que en la actualidad se publican.